En enero de 2010, en su primer viaje oficial para IMA World Health, el ex director general Rick Santos quedó sepultado entre los escombros del Hotel Montana, destruido por el devastador terremoto de Haití. Diez años después, en este artículo de opinión del Baltimore Sun, Santos afirma que podemos responder mejor a las catástrofes y ayudar a las comunidades si nos centramos más en la reconstrucción y la recuperación a largo plazo.
Enterrados vivos: lecciones del terremoto de Haití
Por Rick Santos
Este mes hace diez años que fui sepultado vivo por el mayor terremoto que ha sacudido Haití en un siglo. Mis compañeros y yo estuvimos atrapados 55 horas entre los escombros del Hotel Montana, alternando esperanza y desesperación mientras seis de nosotros esperábamos el rescate en un espacio no mayor que un armario.
Esta experiencia que me cambió la vida fue mi primera visita a un programa internacional como director general de IMA World Health, una organización religiosa sin ánimo de lucro dedicada a la salud pública que trabaja en Haití y en otros lugares necesitados, como la actual zona del brote de ébola en la República Democrática del Congo. En los 10 años transcurridos entre estas dos gigantescas emergencias, la capacidad de respuesta de la comunidad internacional sigue siendo insuficiente.
El problema no es necesariamente la generosidad. Tras el terremoto de Haití, los particulares donaron más de 16.400 millones de dólares, además de los miles de millones aportados por gobiernos y organismos internacionales. La mayor parte de esos fondos se destinaron a proporcionar servicios esenciales, como alimentos, agua, atención sanitaria y vivienda, así como a retirar escombros para que más de un millón de personas pudieran empezar a reconstruir. Hoy estoy vivo gracias a la rápida respuesta internacional que me encontró y me liberó del edificio derrumbado. Pero en Haití, como en la mayoría de las emergencias, la urgencia disminuyó y la atención de la comunidad internacional se centró rápidamente en el siguiente gran problema.
Por desgracia, esa urgencia debe durar años, si no décadas.
En la mayoría de las catástrofes, sólo un 5% de los fondos se destinan realmente a la recuperación a largo plazo. Tras la avalancha inicial de fondos, el trabajo de recuperación y reconstrucción suele quedar inconcluso. En Haití, 10 años después, sigue habiendo un gran número de personas que no pueden regresar a sus hogares y que están instaladas en viviendas improvisadas que todavía parecen campamentos.
Lea el resto en The Baltimore Sun.
Rick Santos es director de NXPivot, LLC y antiguo consejero delegado de IMA World Health. Actualmente es asesor principal de Lutheran World Relief e IMA World Health. Su sitio web es www.ricksantos.org.