Carolyn Barker-Villena es Directora Regional de Corus International para América Latina. Tras un reciente viaje a El Salvador, reflexiona sobre la importancia de la participación del sector privado.
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A pesar de las crisis agravadas que empujan a la gente a abandonar sus hogares en busca de seguridad y un futuro mejor, salí de mi reciente viaje a El Salvador con una esperanza sobre la que construir.
Hemos oído repetidamente que si los jóvenes tienen lo básico -seguridad personal, agua, escolarización, servicios sanitarios y oportunidades de empleo- es menos probable que emigren.
Mi visita reforzó la importancia de las alianzas de la organización Corus, Lutheran World Relief, con el sector privado para alcanzar objetivos empresariales y sociales mediante la participación en iniciativas de valor compartido. Juntos, podemos reconocer algunas oportunidades tremendas para la innovación.
El contexto de desarrollo internacional de los últimos años ha subrayado aún más la necesidad de un enfoque que reúna a diversos agentes, desde pequeñas y medianas empresas (PYME) y agroindustrias locales hasta empresas nacionales y firmas internacionales.
Los recientes anuncios de la llamada a la acción de la vicepresidenta Kamala Harris para el norte de Centroamérica ponen de relieve que las empresas con sede en Estados Unidos pueden estar ahora dispuestas a invertir tiempo y dinero en la región a través de nuevas formas de asociación.
El estado del mundo también está marcando el comienzo de una nueva era en la que muchas empresas hacen hincapié en la responsabilidad corporativa. Buscan operaciones sostenibles que integren los aspectos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en las operaciones básicas. De hecho, muchas empresas buscan definir valores compartidos con las comunidades locales y los agentes sin ánimo de lucro, como la organización Corus Lutheran World Relief, al tiempo que apoyan su cuenta de resultados. Así pues, se seguirá insistiendo en la intersección de los intereses empresariales y el impacto social para que la tecnología, el capital y la asociación innovadora den lugar a puestos de trabajo y mayores ingresos.
Se requiere un compromiso continuo por parte de quienes apoyan a las comunidades desfavorecidas en la encrucijada de la empresa sostenible y el gobierno local. A pesar de los retos, creo que podemos desarrollar asociaciones en red en Centroamérica si somos radicalmente inclusivos.
Debemos dar prioridad a las voces de las comunidades a través de colaboraciones multisectoriales entre gobiernos locales, empresas, ONG y donantes mundiales. Conectar las economías locales con los mercados internacionales de forma sostenible es importante, pero también es crucial reforzar y defender la apropiación local.
Esto significa que las grandes empresas deben comprometerse a algo más que un compromiso puntual, y los donantes y organismos internacionales deben convencer a los responsables de la toma de decisiones para que se comprometan a obtener resultados positivos a lo largo del tiempo y no esperen un aprovechamiento instantáneo de oportunidades temporales. La reciente advertencia de la administradora de USAID, Samantha Power, de ir más allá de los programas puntuales para obtener resultados sostenidos para las comunidades en riesgo en lugares como El Salvador es muy enérgica. Ante tanta necesidad, sus palabras también nos recuerdan que todos debemos trabajar "a la velocidad de los negocios", no de la burocracia.
La Estrategia de Causas Raíces de la Administración Biden y la Estrategia de Gestión Migratoria Colaborativa resumen los retos y los enfoques integrales necesarios en Centroamérica, y la iniciativa Centroamérica Local de USAID es otro importante paso adelante. Sin embargo, todos debemos actuar de forma diferente.
Comprometámonos con el sector privado y reforcemos las capacidades locales para contribuir a que las asociaciones sean manifiestamente más recíprocas y mutuas.
Por último, este viaje me ha confirmado algo que era evidente desde hace tiempo: abordar las causas profundas de la migración desde Centroamérica es un esfuerzo a largo plazo para el que será necesario un apoyo sostenido, una revisión transparente y correcciones a mitad de camino.
Los retos que los actores internacionales están abordando en la región -muchos de ellos de nuestra propia cosecha- llevan mucho tiempo cocinándose a fuego lento y necesitamos valor, paciencia y un nuevo "negocio" de esperanza para tener éxito.